martes, 21 de abril de 2009

La Comedia del Arte

En un momento donde el centro del mundo teatral era el director, el actor se convierte en el nuevo protagonista del teatro renacentista italiano. Nacido en los juglares estudiosos del bufón, y en un mundo que rompe con la iglesia como institución, mas no con la relación Dios-Hombre.

Aquí, el actor era un erudito, que conocía sobre diferentes temas a partir de la investigación y la lectura. Usaba mascaras, representando arquetipos humanos que existieron, existen y existirán, logrando el reconocimiento social del público, tales como el viajero, el docto, el capitán, el arlequín, el feo, la bonita e inteligente y los enamorados. Todos ellos eran artistas preparados para su papel y representarlo de generación en generación. Artistas muy letrados en diferentes temas, más allá de lo meramente dramático, conociendo a su personaje como a ellos mismos.

Por lo tanto, estaba en la capacidad de improvisar. Pero no la improvisación actual que se refiere a que alguien sin el conocimiento puede hablar de un tema, como si una especie de soplo divino le dijera lo que debe hacer. No, no era así. El actor improvisaba porque era uno con su personaje, porque sabía que reacción o comportamiento tendría ante la nueva situación que el director de la obra plantea. Sabe que como enamorado, podrá citar a su amada un poema de los más hermosos, porque ha leído; su vida ha sido lectura. Es un profesional y no solo alguien que sabe hacer gestos.

Así que cuando piense en actores, recuerde su preparación y no solo en una cara bonita que entretiene detrás de la pantalla.

Gracia por la colaboración de Hilda Bedoya en este escrito.

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