Toy Story es una película con la que algunos crecimos, o, por lo menos, conocimos los inicios del cine de animación en tercera dimensión. Toy Story 3 fue toda una sorpresa, que se alejaba del tema de sus precedentes.
En la primera, el vaquero se siente desplazado por el Espacial, pero al final terminan siendo uña y mugre. La dos casi no me gusto pues dejaba la idea en el aire de que los juguetes no son para coleccionar sino para jugar. Algo de esta filosofía del juguete para usar y no para guardar hace parte de Toy Story 3. Sin embargo, ahonda en problemas propios de un juguete, como lo puede ser el sentirse reemplazado, o perdido por su dueño.
Es lo que pasó con el oso Lotso, el bebote y el payaso, que quedan abandonados en un campo por su dueña Daisy al quedarse dormida. Si bien, la idea de mostrar un bebe de juguete rudo es buenísima, es difícil no pensar en un bebe real abandonado. Escenas de este estilo son propias de esta tercera entrega, como al principio de la película donde los 3 soldados abandonan el grupo de juguetes, argumentando que han terminado su servicio. Y por supuesto al final de la película, en la que los muñecos cogidos de la mano, están a punto de ser incinerados en el basurero, es bastante dramática.
La película es bastante ingeniosa. A continuación nombrare algunas de las escenas que a mi modo de ver me parecen las más creativas:
• La historia imaginaria de Andy niño al principio de la película, en la que hay elementos de película de vaqueros con cine de ficción, en los que las papas son bandidos que se enfrentan a los vaqueros y al espacial Buzz. Los malos se teletransportan al estilo Star Trek y atacan a los buenos con una bomba atómica de micos.
• El que Andy, el dueño de los juguetes crezca es sorpresa. El espectador se entera como los otros juguetes fueron desapareciendo quedando en mano de otros dueños en ventas de garaje. Pero los que quedan son una familia, una idea común en el cine de animación reciente, como ocurre en la Era de Hielo y Shrek. Con esto se ratifica que el cine animado no es solo para niños, y en casos como Up, se encuentra con animaciones que podrían tener un público más adulto.
• El vaquero y sus amigos quieren volver al juego, es decir, que Andy vuelva a jugar con ellos. No ocurre así, es un chico grande que guarda sus juguetes no para jugar, sino para recordarlos.
• La llegada de la familia de juguetes a la guardería es la oportunidad para ver juguetes de diferentes épocas, entre ellos un Ken bronceado de los 60-70s y un conejo en un carro de madera de los 40s.
• Otra idea ingeniosa es la del ojo de la señora cara de papa que olvidado debajo de la cama de Andy, logra ver lo que allí ocurre.
• La defensa de Ken como juguete masculino y no un accesorio de Barbie, le da otro estatus a la figura, aunque no creo que una película tenga el efecto suficiente para que un niño pide de navidad un Ken en vez de un Max Steel; es complicado.
Toy Story 3 es una muestra de cómo el cine de animación ha evolucionado no solo en el aspecto técnico, sino también en sus historias. De historias que buscaban semejar bastante a los clásicos de Bugs Bunny y Mickey Mouse, se ha pasado a dramas, comedias y películas de acción con un público más amplio que el infantil. Ahora, uno no solo ve las películas porque toca ya que es lo que le gusta a los niños, sino porque ofrecen una diversión también para adultos.
Para finalizar, hay algo que no me queda claro después de ver las 3 películas. ¿Por qué los juguetes hacen lo que hacen, pero en presencia de humanos se hacen los muertos? No tengo una explicación para ello.
En la primera, el vaquero se siente desplazado por el Espacial, pero al final terminan siendo uña y mugre. La dos casi no me gusto pues dejaba la idea en el aire de que los juguetes no son para coleccionar sino para jugar. Algo de esta filosofía del juguete para usar y no para guardar hace parte de Toy Story 3. Sin embargo, ahonda en problemas propios de un juguete, como lo puede ser el sentirse reemplazado, o perdido por su dueño.
Es lo que pasó con el oso Lotso, el bebote y el payaso, que quedan abandonados en un campo por su dueña Daisy al quedarse dormida. Si bien, la idea de mostrar un bebe de juguete rudo es buenísima, es difícil no pensar en un bebe real abandonado. Escenas de este estilo son propias de esta tercera entrega, como al principio de la película donde los 3 soldados abandonan el grupo de juguetes, argumentando que han terminado su servicio. Y por supuesto al final de la película, en la que los muñecos cogidos de la mano, están a punto de ser incinerados en el basurero, es bastante dramática.
La película es bastante ingeniosa. A continuación nombrare algunas de las escenas que a mi modo de ver me parecen las más creativas:
• La historia imaginaria de Andy niño al principio de la película, en la que hay elementos de película de vaqueros con cine de ficción, en los que las papas son bandidos que se enfrentan a los vaqueros y al espacial Buzz. Los malos se teletransportan al estilo Star Trek y atacan a los buenos con una bomba atómica de micos.
• El que Andy, el dueño de los juguetes crezca es sorpresa. El espectador se entera como los otros juguetes fueron desapareciendo quedando en mano de otros dueños en ventas de garaje. Pero los que quedan son una familia, una idea común en el cine de animación reciente, como ocurre en la Era de Hielo y Shrek. Con esto se ratifica que el cine animado no es solo para niños, y en casos como Up, se encuentra con animaciones que podrían tener un público más adulto.
• El vaquero y sus amigos quieren volver al juego, es decir, que Andy vuelva a jugar con ellos. No ocurre así, es un chico grande que guarda sus juguetes no para jugar, sino para recordarlos.
• La llegada de la familia de juguetes a la guardería es la oportunidad para ver juguetes de diferentes épocas, entre ellos un Ken bronceado de los 60-70s y un conejo en un carro de madera de los 40s.
• Otra idea ingeniosa es la del ojo de la señora cara de papa que olvidado debajo de la cama de Andy, logra ver lo que allí ocurre.
• La defensa de Ken como juguete masculino y no un accesorio de Barbie, le da otro estatus a la figura, aunque no creo que una película tenga el efecto suficiente para que un niño pide de navidad un Ken en vez de un Max Steel; es complicado.
Toy Story 3 es una muestra de cómo el cine de animación ha evolucionado no solo en el aspecto técnico, sino también en sus historias. De historias que buscaban semejar bastante a los clásicos de Bugs Bunny y Mickey Mouse, se ha pasado a dramas, comedias y películas de acción con un público más amplio que el infantil. Ahora, uno no solo ve las películas porque toca ya que es lo que le gusta a los niños, sino porque ofrecen una diversión también para adultos.
Para finalizar, hay algo que no me queda claro después de ver las 3 películas. ¿Por qué los juguetes hacen lo que hacen, pero en presencia de humanos se hacen los muertos? No tengo una explicación para ello.