martes, 5 de agosto de 2014

Las adaptaciones de mis padres

De visita en la casa, mi madre me cuenta que ya no volvió a llevar comida a la habitación. Ahora almuerzan y desayunan en la cocina. Mi padre con sus muletas, ella con su bastón. Los constantes mareos y caídas le llevaron a esta adaptación. Una adaptación para sobrevivir. Llevar cosas significaría una caída bastante probable. En vez de ello, los dos comensales se desplazan al recinto de los sudados. Son sudados en lo que solo una olla resguarda el alimento de dos días. Arroz, con algún picado de carne y por lo general habichuelas. Sabe a comida de hospital, sin sal, sin condimento. Pero permite saborear el sabor de la comida misma.

Ahora vendrán las barandas. La cera liquida brillante y por cierto, bastante resbalosa da paso a la  cera opaca antideslizante. Desaparecieron los eternos trapitos en el suelo que también hacen resbalar. Los trapitos que atrapaban el polvo omnipresente. Se fueron los trapitos y para mi que todo sigue igual con o sin ellos.

No se cuando las adaptaciones se hicieron visibles. ¿Sería cuando no pudieron volver a subir un bus? Quizás cuando los viajes en taxi mensuales a citas con especialista. No lo se.

jueves, 17 de abril de 2014

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